No se fue nadie

Desde que llegué de viaje y supe que me tenía que quedar en verano en Buenos Aires, estoy pensando y deseando tener mi hermoso enero con la ciudad tranquila y toda para mí.

Generalmente, en enero el tumulto de gente que enloquece a esta ciudad se va de vacaciones y nos deja la ciudad para nosotros. Así la podemos disfrutar, salir, caminar, viajar sin problemas, ir a lugares públicos que no estén atestados de gente, etc.

Así ha sido varios eneros en los que me tuve que quedar por razones laborales.

Pero este año no es así.

A pesar de que en los medios de comunicación se la pasan repitiendo que la ciudad está tranquila, que no hay gente, etc., no es así.

Por ejemplo el subte.

Antes uno podía viajar sentado a las 8.30 en la línea D. Algo que a ningún pasajero coherente se le ocurriría siquiera imaginar en otra época del año.

Ahora no es así, viajo parada como siempre, y hasta tengo que soportar alguna que otra demora de los insensatos del subte.

Es más ayer el bendito medio de transporte me dejó a pata tanto de ida como de vuelta. Cuando iba se paró en Pueyrredón y "por razones técnicas" nos hicieron bajar a todos y esperar el otro, que venía con gente obvio!!!

Tuve que dejar pasar 2 y llegué tarde.

A la vuelta, venía parada pero fresca con mi lectura, y en Palermo empieza a hacer ruidos extraños y se para. Olor a quemado, y la guarda que empieza a correr por el andén al grito de "hay humo en algún lado??"

Obvio me bajé y me fui caminando.

Traté de no estresarme (no da estresarse en enero), pensando que a la noche teníamos todo planeado para ir al cine con N, un plan que armamos pensando en que la gente se va de vacaciones y por fin podemos ir al cine un miércoles.

Resulta que cuando llegamos al cine (no sé por qué se nos ocurrió ir al Abasto), nos encontramos con una cola kilométrica, sólo comparada con la de un sábado de abril ponele.

Faltaban 20 minutos para la película.

Desistimos del cine y nos fuimos a tomar un heladito al maldito patio de comidas, donde entre adolescentes ruidosos y niños irrespetuosos pensamos... "nos hubiésemos quedado en casa".

Pero lo peor nos esperaba abajo.

Cuando vamos a pagar el estacionamiento para huir de ese infierno, había cola!!!

Sin poderlo creer, nos resignamos y no tuvimos más que culparnos a nosotros mismos por salir de nuestra zona cómoda de películas en casa y helados en Chungo.

Cuando volvemos de guardar el auto, vemos que el pequeño (y barato) restaurant de la esquina de casa, seguía lleno como el 29 de diciembre!!!

Es de no creer.

La pregunta es: "Si a esta gente le gusta tanto amontonarse... ¿por qué no se van a la Feliz que está llena de gente???"

Quiero mi ciudad solitaria!!!

Estoy indignada, dejo una foto de la inverosímil cola para pagar el estacionamiento: